Redacción
¿Para qué pensar en el futuro, si el presente demanda toda nuestra energía y atención? Es una pregunta válida y que escuchamos con frecuencia dentro de las compañías. Sin embargo, y aunque pueda parecer paradójico, en un contexto de impredictibilidad, los estudios de futuros contribuyen a sortear de mejor manera el cambio y la turbulencia incremental en la que vivimos.
LLYC, la consultora global de comunicación, marketing y asuntos públicos, junto con CENTRO, institución de educación superior especializada en economía creativa, se unen para crear el informe ‘Pensar en el futuro para gestionar el presente’, con la finalidad de entender algunas de las claves que los estudios de futuros pueden ofrecer a las compañías para adaptarse a entornos complejos y de creciente incertidumbre.
“Los numerosos desafíos a los que se ven enfrentadas hoy en día las compañías, y que desde LLYC ya analizamos en ‘New Times, New Rules’, adquieren otra luz cuando son observados por el campo de conocimiento de los estudios de futuros”, comentó David González Natal, socio y director general de la Región Norte de LLYC y coautor del estudio.
El rol de los estudios de futuros en las empresas.
Cada organización debe conocerse lo suficiente y comprender su entorno para ajustar lo que hay que ajustar y mantener lo que es preciso. Esta capacidad para discernir entre lo que ha de modificarse y lo que ha de permanecer, contribuye al coeficiente de preparación frente al cambio.
A través de un conjunto de métodos y herramientas diversas, los estudios de futuros pueden apoyar a una organización a explorar los futuros posibles de la misma y a diseñar acciones de cambio que puedan influir en ese probable futuro. Esto, lo hacen mediante el pensamiento sistémico, el pensamiento catedral y la creatividad:
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El pensamiento sistémico hace posible la identificación de las relaciones entre las partes en un contexto dado. Por ejemplo, la correlación entre el espacio aéreo, la logística, los fenómenos naturales y la mediación humana para lograr que un avión despegue o aterrice.
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El pensamiento catedral, que obtiene su nombre por la Sagrada Familia de Gaudí y que fue concebida con una visión de un plazo mayor a la vida del artista, permite idear y ejecutar proyectos de largo plazo, esto es, planear y tomar decisiones pensando en su posible impacto a 10, 50 e incluso 100 años o más.
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La creatividad hace posible la identificación de problemas y sus posibles soluciones con base en el ingenio. El ingenio es esencial para hacer que una organización sobreviva y prospere en tiempos de gran incertidumbre.
“Con frecuencia, las empresas declaran: no podemos pensar en el futuro, estamos absorbidos por la operación y esto no podría ser más cierto. Es una manifestación del síndrome del presente que compromete el trabajo estratégico de organizaciones de todos los tamaños y en todos los sectores, en donde se vuelve imposible para los equipos el imaginarse qué podría pasar con la compañía y su entorno si las cosas salen bien, si las cosas salen más o menos o si llega el kraken”, señala Karla Paniagua, Coordinadora de Estudios de futuros en CENTRO y coautora del estudio.
Casos de uso en desafíos actuales de las compañías
Este informe también profundiza en tres grandes desafíos actuales de las compañías, cuya solución puede verse favorecida por esta visión de los estudios de futuros.
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El rol de los líderes como motor del crecimiento. Una organización cuyos líderes han adquirido y desarrollado el conjunto de habilidades de los estudios de futuros, en primera instancia para sí mismos, y más allá para sus equipos y aquellas personas de su esfera de influencia, está mejor preparada para la supervivencia frente al cambio.
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Convertir la transformación en un activo reputacional. La capacidad de adaptación hace posible la supervivencia, pero cambiar es muy incómodo y cuesta. Aquellas empresas que puedan navegar entre los factores del pasado, del presente y del futuro, podrán sobrevivir a esta fricción de mejor manera.
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Navegar en un contexto complejo y polarizado. Las organizaciones elásticas están mejor preparadas para gestionar conocimiento, navegar los entornos altamente turbulentos y discernir entre los discursos y las realidades polarizadas.
La mejor forma para que el presente incierto, polarizado y cambiante no consuma a las empresas y éstas puedan navegarlo de mejor forma, el primer paso es incrementar su coeficiente de preparación para el futuro.