Opinión
Roderick Schwarz
Aguirre & Schwarz
Pareciera poco creíble que a estas alturas sigamos hablando del famoso De- Risking. Ese fenómeno que implica la terminación o restricción de relaciones de corresponsalía bancaria por parte de instituciones financieras para evitar riesgos asociados al lavado de dinero, financiamiento del terrorismo y la proliferación.
Este fenómeno, impulsado por el temor a sanciones regulatorias y al costo creciente en materia de cumplimiento, continúa siendo particularmente severo en economías emergentes, afectando especialmente a América Latina y el Caribe, donde se mantiene una reducción significativa de los servicios de corresponsalía bancaria, dificultando el acceso a transacciones internacionales y dejando a pequeñas y medianas empresas, ONGs e incluso remesadoras fuera del sistema financiero formal, con profunda afectación en el desarrollo económico de los países, la expansión del comercio y la inclusión financiera.
Sin embargo, el diálogo global sobre el De-risking está evolucionando. Entidades reguladoras, bancos y organismos internacionales están explorando soluciones que promuevan un enfoque más balanceado.
Por ejemplo, el GAFI ha enfatizado la importancia de aplicar un verdadero enfoque basado en riesgos, lo que permitiría a las instituciones evaluar a los clientes de manera más específica y no excluirlos de forma indiscriminada en razón de su territorio, base de clientes, tipo de constitución o licenciamiento.
Sin embargo, se observa que las tecnologías como la inteligencia artificial y las soluciones de KYC digital podrán estar ayudando a los bancos a gestionar riesgos de manera más eficiente, reduciendo la dependencia del De-risking como una de las estrategias principales para la mitigación de riesgos.
En este contexto, sigue quedando muy claro que el rol de los reguladores y supervisores es la clave. Su accionar es lo que permite ofrecer un entendimiento sobre la transparencia, el grado de efectividad de los controles implementados por las instituciones sujetas a su supervisión, así como su capacidad de para que puedan cumplir con las normas y obligaciones. De lo contrario, el De-risking seguirá incentivando el uso de sistemas informales, aumentando los riesgos que justamente los estándares internacionales buscan mitigar.
En conclusión, el De-risking refleja un equilibrio delicado entre la necesidad de proteger al sistema financiero y garantizar su acceso para todos. Abordar este desafío sigue requiriendo de una colaboración global, innovación tecnológica y un compromiso continuo con la inclusión financiera como pilar de un desarrollo económico sostenible.
Siendo todo por el momento, nos toca despedirnos invitándolos como siempre a seguirnos en nuestras redes sociales y visitar nuestra página web para acceder a contenidos de interés sobre este y otros importantes temas alrededor del mundo de la banca y las finanzas, hasta la próxima.