Kemmy Almengor *
Hace unos días, pasaba frente a la pantalla en la que mi hijo juega videojuegos. Me llamó la atención la trama y decidí sentarme a su lado. Tuve la oportunidad de deleitarme viendo como ese juego tenía una narrativa admirable. Me envolvió la visual, era como hacer un viaje al Japón de varios siglos atrás; por supuesto en la cena me dediqué a hacer todas esas preguntas que según las normas para ser aceptadas en el selecto grupo de “Madres que pueden estar presente en una partida de videojuegos…de vez en cuando” no había podido hacer por no interrumpir la emoción del instante.
La trama de este juego trata de un joven Samurai, quien había crecido dentro de un grupo de clanes muy apegados a un código, una forma de trabajar, una sola filosofía y una forma tradicional de vencer al enemigo. El tío de este Samurai era el líder; los mongoles invaden Japón, vencen a una gran parte del ejército y capturan al tío del joven Samurai.
El joven Samurai para poder salvar a su tío y a los que quedaban de su ejército decide realizar maniobras que no estaban dentro del código, maniobras muy sigilosas para poder llegar hasta donde su tío y así se gana el nombre de El Fantasma. ¡Funcionó! Y el joven Samurai salva a su tío, demostrando que había heredado muy bien el linaje del guerrero.
Nuevamente el tío toma el control y para poder llegar al objetivo decide, estratégicamente, cruzar un puente y vencer al gran líder mongol quien se encontraba al otro lado. Los mongoles destruyen el puente, dejándolo sin opciones para cruzar.
El joven Samurai le dice al tío: ¡Tomemos otro atajo, busquemos otra forma! El tío apegado a lo que ya conocía y al código Samurai decide que la opción es construir el puente nuevamente para volver a atacar. ¡Ajá! El mismo que los mongoles ya habían destruido y que sabían que el tío volvería a construir pues era lo tradicional y lo que siempre habían hecho. (En esta parte, por supuesto, que exclamé: ¿En serio? ¿Él no sabe que les van a volver a destruir el puente?). Entonces, para no desviarme del tema y perderlos en mi breve “coaching” ficticio al tío del Samurai, les comento que el plan era ese; sin embargo, El Fantasma decide no seguir el plan e idear algo más para poder salvar a los pocos que quedaban de su hogar. El tío no lo perdonó. El joven Samurai toma otra opción y logra salvar a los suyos incluyendo nuevamente a su tío.
También me impresionó que el juego da una opción para que el joven Samurai pueda tocar la flauta; por supuesto en este juego el Samurai la tocó. Esto me lleva a que no importa qué tanta presión y estrés tengas, siempre busca la manera de hacer aquello que te gusta pues allí encontrarás el balance en muchas situaciones.
Al ver esta historia virtual, no pude evitar sacar mis aprendizajes:
1. Un líder no necesariamente tiene que ser el jefe.
2. Si el plan A te falla, usa el plan B.
3. La frase “Siempre lo hemos hecho así” puede salirte cara.
4. Reinventarte es la clave del éxito.
Un gran aprendizaje de un juego virtual, otro descubrimiento de la cuarentena. Aprender constantemente nos hace crecer y evolucionar, nos permite ver otras formas de solucionar las situaciones cotidianas de la vida.
Siempre escúchate a ti mismo y sobre todo busca lograr tu propósito en la vida.
Sobre la Autora. Kemmy es especialista en Comunicación & Mercadeo. Compositora Panameña. Su Propósito: Crear y comunicar para transformar vidas.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad única del autor. No pueden ser consideradas como una posición de este medio.