Alma Solís
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En la reciente Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas celebrada en la ciudad estadounidense de Nueva York el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), destacó que el mayor desafío global no es la falta de recursos, sino la falta de voluntad política para enfrentar problemas como el hambre, desigualdad y el cambio climático.
Igualmente enfatizó sobre la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional para financiar de manera adecuada la adaptación al cambio climático y la transformación de los sistemas alimentarios, haciendo énfasis en apoyar a los agricultores de pequeña escala, quienes juegan un papel crucial en la producción de alimentos.
Además se abogó por una redistribución más eficiente de los recursos y la inversión en infraestructuras rurales, a fin de combatir la pobreza y las crecientes desigualdades en las zonas rurales.
Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas, instó a los dirigentes mundiales reunidos en la Cumbre para reconocer como mayor obstáculo la falta de determinación para acabar con estas dificultades como el hambre, la deuda, la desigualdad y el cambio climático,
“Reconocer que la falta de recursos no es el mayor obstáculo, sino la determinación política de invertir en soluciones a la escala necesaria.” Lario subraya la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional para financiar la adaptación al cambio climático y la transformación de los sistemas alimentarios, asegurando la equidad y la eficiencia en aras de construir un futuro mejor.
Añadió que retos mundiales como el hambre y la pobreza son objetivos realistas que pueden superarse si compartimos la gran riqueza de recursos disponibles y trabajamos juntos para invertir las crecientes desigualdades.
Por otro lado, habló sobre la necesidad de aumentar de manera significativa el apoyo financiero a los agricultores en pequeña escala, que producen un tercio de los alimentos del mundo.
“No se trata solo de dinero, sino de cómo utilizamos los recursos existentes. Debemos ser inteligentes. La financiación debe fluir hacia donde sea más necesaria. Debemos invertir en la explotación agrícola y en la primera milla: en carreteras rurales, en sistemas de riego, en mercados, así como en bienes públicos y en las personas”, prosiguió Lario.
De acuerdo con el FIDA 3.000 millones de personas viven en zonas rurales y se ven afectadas de forma desproporcionada por la pobreza extrema y el hambre.
Según el organismo existe un importante déficit en la financiación destinada a las zonas rurales y, en particular, en la dedicada a la adaptación al clima mientras que los países ricos destinan 630.000 millones de dólares al año a políticas de subvenciones que de acuerdo con FIDA distorsionan los mercados, perjudican a los agricultores pobres y dañan el medio ambiente.
«El FIDA propone reorientar estos incentivos para promover alimentos sanos, nutritivos y asequibles» senala la nota.