Alma Solís
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«En un contexto internacional marcado por la incertidumbre y la volatilidad, las economías de América Latina y el Caribe crecerán 1,5% en promedio en 2018, gracias a un repunte de la demanda interna, especialmente del consumo privado, y un leve aumento de la inversión» así describió el panorama de económico dela región la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
En este panorama Panamá tendría un crecimiento de 5,2% para este año, esto a pesar que otros organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) no ven al país completar el 5%, pero inferior al 5,6% que habian proyectado antes. Con las proyecciones proyectadas Panamá perderá el liderazgo en el crecimiento de la región que ha mantenido por años, siendo superado por República Dominicana que estaría creciendo 5,4%.
El Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2018, que presentó la Secretaria Ejecutiva de Cepal Alicia Bárcena dijo que el crecimiento promedio general de la región -cuya proyección disminuyó siete décimas con respecto a la última estimación entregada por el organismo en abril pasado- mantiene una tendencia positiva, si bien muestra signos de ralentización.
Al igual que en ocasiones anteriores, existe una gran heterogeneidad entre los distintos países y subregiones, ya que se espera que América del Sur crezca 1,2% en 2018, mientras que América Central lo haría en 3,4% y el Caribe en 1,7%. En relación a los países, República Dominicana y Panamá liderarán el crecimiento de la región, con aumentos del Producto Interno Bruto (PIB) de 5,4% y 5,2%, respectivamente, seguidos por Paraguay (4,4%), Bolivia (4,3%), Antigua y Barbuda (4,2%), y Chile y Honduras (ambos con 3,9%).
El Estudio Económico agrega que este crecimiento regional se da en un escenario global complejo, caracterizado por conflictos comerciales entre Estados Unidos, China y otras naciones; riesgos geopolíticos crecientes; una caída en los flujos de capitales hacia los mercados emergentes en los últimos meses y un alza en los niveles de riesgo soberanos; depreciaciones de las monedas locales frente al dólar; y una expansión económica mundial que tiende a perder dinamismo.
El informe indica que la recaudación tributaria de América Latina se mantiene estable en 2018 en torno al 17,8% del PIB (frente al 17,9% anotado en 2017), mientras que la inflación promedio se mantiene dentro de lo esperado (6,5% a junio frente al 5,3% en 2017, excluyendo a Venezuela). En tanto, la tasa de desocupación urbana regional ha dejado de crecer y se mantendría en 9,2%, por debajo del 9,3% del año pasado, gracias a una mayor generación de empleo asalariado (1,4% en el primer trimestre de 2018, luego de anotar 0,3% en 2017).
“Nuestra región sigue creciendo, aunque a menor ritmo de lo proyectado hace unos meses, a pesar de las turbulencias internacionales. Eso es positivo pero nos insta a redoblar esfuerzos para generar una reactivación, sin caer en ajustes fiscales excesivos. Aquí la integración regional puede jugar un papel fundamental y hacia allá debemos apuntar”, remarcó la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena.
El Estudio indica que entre 1995 y 2017 la formación bruta de capital fijo (inversión fija) aumentó del 18,5% al 20,2% como proporción del producto internto bruto (PIB) de la región, si bien a partir del 2012 el dinamismo de la inversión ha tendido a desacelerarse.
Este comportamiento refleja tres ciclos económicos en este período: de 1995 a 2002, 2003 a 2008, y 2009 a 2017. Agrega que el sector de la construcción es el de mayor participación en la inversión en el lapso de tiempo analizado, con un 67,5% de la inversión total. No obstante, la maquinaria y equipo aparece como el componente más dinámico en el período, ya que la inversión en este rubro pasó de representar el 4,7% del PIB en 1995-2003 al 8,1% en 2010-2016. “Esto es positivo para la región, ya que permite incorporar mayor contenido tecnológico y sentar las bases para mejorar la productividad y sostener el crecimiento”, indica el reporte.
En tanto, los niveles de inversión privada superaron en 2017 a los de la inversión pública, con un 80,3% frente a un 19,7% de participación, respectivamente. Por ello “es necesario tener una mirada estratégica de la inversión pública, en tanto esta juega un papel importante en potenciar la inversión privada, genera un efecto de crowding-in (atracción hacia el sector privado), así como en la provisión de bienes públicos centrales para impulsar el crecimiento”, indicó Bárcena.
“La región ha hecho importantes esfuerzos para aumentar el flujo de inversión, pero tenemos el desafío de mejorar su composición sectorial para incentivar la productividad de las economías. Aún queda mucho por hacer”, enfatizó la alta funcionaria de las Naciones Unidas.