OPINIÓN
Eddie Tapiero, Economista
Los eventos en Panamá muestran la carencia de una estrategia de Estado y de voluntad política. Para poder desarrollarse, un país debe tener una visión, una estrategia, un plan, pero más importante una voluntad política. La visión, le permite coherencia a la política pública (limitando la corrupción), la estrategia le permite flexibilidad de acción y encontrar fórmulas para mitigar las debilidades de coyuntura (como el abastecimiento de combustible) y un plan que le dé una guía y seguridad al sector privado para acomodar la inversión. Pero lo más importante, es la voluntad política. Cuando falta alguno de estos elementos, en especial, la voluntad política, el país queda vulnerable a los vaivenes de la economía y geopolítica global sin olvidarnos de la corrupción.
Hoy día, el mundo está cambiando demasiado rápido y se puede observar claramente el error de la pereza de planificar y de apalancarse en los ingresos del Canal y ahora de las exportaciones de cobre para la estabilidad nacional.
Lord Palmerson enunció una frase que fue luego utilizada por Charles de Gaulle: “los países no tienen amigos, sino intereses”; no obstante, en Panamá nos hemos olvidado de esto y nos apresuramos a aceptar tratados y regulaciones internacionales, además de promesas de gobierno, sin siquiera entender cómo nos pueden afectar como país. Cada una de esas decisiones nos limita en el desarrollo pleno de los individuos y de la sociedad. Muchos panameños en el extranjeros se han destacado a nivel internacional porque han tenido las oportunidades que son restringidas en Panamá. Ni siquiera un premio nobel puede enseñar aquí si no tiene un certificado en docencia superior.
Estamos con una débil seguridad alimentaria y una pobre seguridad energética. Por muchas promesas al sector agropecuario, Panamá se mantiene importando la mayoría de sus alimentos a pesar de tener muchas tierras fértiles y brinda poco apoyo a los productores (hasta se retrasa en el pago de servicios ya recibidos por el gobierno). La falta de visión nos deja a la merced de los precios y disponibilidad de los comodities a nivel mundial.
Panamá también se ha olvidado de la política industrial. Aunque la nueva ley EMMA representa un avance, el sector industrial es relativamente pequeño y también recibe poca atención. Los hechos mencionados, aunado a la necesidad de aumentar la promoción de exportaciones, mantiene el mercado enfocado domésticamente hacia los cuatro millones de habitantes (a pesar de que tenemos más de 23 acuerdos internacionales), limitando la generación de empleos. Hay que ayudar al sector exportador.
El país necesita tener líderes con voluntad política para hacer lo correcto y para proveer una dirección. Hasta ahora, los últimos gobiernos se han mantenido incumpliendo sus promesas, culpando a los líderes pasados de los problemas que enfrentan y destruyendo, por intereses mezquinos y personales, cualquier visión que se haya generado, para imponer la suya. Se cancelan proyectos, se reemplazan los puestos públicos a nivel técnico y de directivos y se cambia el rumbo hacia donde va el país, sin ninguna consideración, excepto la suya.
Enamorados de la inversión extranjera, los gobiernos se han endeudado y tornado su oído hacia las Instituciones Financieras Internacionales en vez de a las necesidades del país. La falta de atención es tan grande, que los grupos disidentes tienen que cerrar las calles para forzar a que se les escuche.
El cierre de una calle indica la pérdida de oídos de un grupo ante un gobierno que tiene que responder. A veces es político, ciertamente, pero muchas veces es que el ciudadano corriente se siente impotente ante sus necesidades. Yo no puedo derribar un árbol seco en la acera de mi casa que se va a caer y puede hacer un daño porque necesito un permiso. Sin embargo, tengo más de tres meses solicitando el permiso y todavía no hay una respuesta ni del representante de Ancón, ni de la Junta Comunal, ni de ninguna autoridad responsable del área. Ahora, si el árbol se cae, y mata a una persona, no sé qué excusas puedan generar. Esto es un ejemplo de una falta de voluntad política.
Esta falta de voluntad política, ha debilitado a las instituciones, que son las que deben mantener el orden, y eso ha permitido una explosión en la corrupción. Desde más de una década, los panameños hemos sido testigos de un pobre manejo de la cosa pública. Hemos visto como los líderes políticos se enriquecen a costa del Estado, mientras que la clase media sigue pagando las cuentas. Esto está a todos los niveles del Estado. Así, luego de cada elección, el país comienza de nuevo perdiendo cualquier inercia positiva que se generó anteriormente..
El país necesita instituciones fuertes que limiten la corrupción y permitan la generación nuevas iniciativas de emprendedores. Panamá necesita dejar a un lado la corrupción y planificar para el futuro desde ya. Estamos perdiendo el capital humano presente y destruyendo el que viene. Muchos de los nuevos graduados a nivel internacional se están quedando afuera por las pocas oportunidades que se brindan en el país.
Si Panamá hubiera desarrollado un plan de país, transcendiendo las administraciones presidenciales, se habría dado cuenta de la vulnerabilidad que tiene con respecto a los alimentos y a la energía y tendría alguna idea de cómo mitigar estos riesgos. Por ejemplo, una solución temporal al alza del combustible podría ser el comprarle petróleo a Venezuela y procesarlo en EE.UU. Ya ambos países están trabajando para aumentar la producción de petróleo. Miremos a Alemania, quien decidió entregarle su seguridad energética a Rusia y ahora tiene que pagar el precio de esa mala decisión (aunque ya se lo habían indicado desde la administración de Obama).
No es justo que el Panamá se esté desarticulando y con ello, destruyendo su capital humano y su imagen de refugio de inversión, pagando por una guerra lejana llevada entre potencias. Aquí, si queremos ser solidarios, lo podemos hacer a través de otros mecanismos. Uno ayuda hasta donde puede. No se puede correr y adoptar políticas que atentan también contra el Estado.
Panamá tiene grandes pensadores que pueden desarrollar estrategias que ayudarían a desarrollar políticas para reducir los impactos de los vaivenes del mundo. Existen muchos retos. Hoy es el cambio de la globalización, la guerra y el cambio climático, pero mañana ¿qué?
En estos momentos es imperativo desarrollar una visión de país con el Estado, la empresa privada y la sociedad civil para no tener que conformar mesas de diálogo improvisadas y perder millones en productos, empleos y capital por una imagen internacional deteriorada.
En conclusión, el país necesita una visión estratégica y un fortalecimiento de las instituciones para limitar la corrupción y el gobierno debe actuar con la voluntad de escuchar y responder concretamente a sus ciudadanos para que se mantenga un orden y evitar los cierres que vivimos hoy día. Sin estos aspectos, seguiremos siendo un país con buena infraestructura, pero con poco capital humano y no saldremos del subdesarrollo.
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