OPINION
Teresa Rey
Nos encontramos en un nuevo contexto en la relación talento-empresa. Está marcado por fenómenos globales como la gran renuncia, que ha elevado los índices de rotación en las compañías por encima del 20%, según Gartner, o la renuncia silenciosa, que ha reformulado el significado del compromiso dentro de las organizaciones, con índices que no superan el 20%, de acuerdo con Gallup. Según algunos estudios, el coste de sustituir a una persona es de hasta un año de su salario en el caso de los mandos intermedios.
A esto se suma el impulso a la digitalización que supuso la pandemia y que puso en el centro del debate conceptos como el de flexibilidad. Por su parte, la salud mental, la conciliación, la ética o la sostenibilidad se cuelan en las prioridades de unos profesionales que, definitivamente, han cambiado. Ante el trabajo se comportan cada vez más de la misma manera en que lo hacen como consumidores, clientes o ciudadanos. Somos más exigentes y estamos más inquietos.
En este contexto, las compañías intentan combinar la necesidad de adaptarse a un nuevo talento con las exigencias de un entorno cada vez más incierto que les obliga a adaptarse con flexibilidad y a intentar anticipar los cambios que vienen. En la mayoría de los casos, esto requiere un profundo proceso de transformación. Pero hoy, la transformación de las organizaciones es más que nunca una transformación eminentemente humana. Y esto ha colocado los retos del talento en el centro de las decisiones de negocio. Se trata de retos que están desafiando incluso los modelos de negocio tradicionales, porque los problemas de captación y conexión con las personas están comprometiendo la sostenibilidad de las compañías en el medio plazo.
¿Cómo atraer y captar a los perfiles que necesito? ¿Cómo mejorar el compromiso del equipo para enfrentar los desafíos de mi organización? ¿Cómo frenar la rotación? Muchas de estas cuestiones han traspasado las fronteras de los departamentos de RR. HH., que se ven orientados a reformular y adaptar la forma en la que enfrentan estos desafíos. Según el área de Deep Learning de LLYC, durante el periodo 2019-2022, las menciones a retos como la “retención del talento” y la “captación de talento” crecieron en la conversación social el 35% y 71%, respectivamente.
Vivimos un cambio de paradigma en el que ya no son las empresas las que eligen a las personas, sino las personas las que eligen a la empresa. Son, por tanto, tiempos de innovación, de reformular lo que hacemos e incorporar a los equipos de RR. HH. nuevas capacidades, similares a las del marketing, para poder abordar los desafíos que nos depara el futuro.
Teresa Rey, es directora de Engagement en LLYC Panamá