OPINIÓN
Julio Giraut
La diferencia que un año puede hacer. En noviembre de 2021, los líderes de diversas empresas se reunieron en Glasgow como parte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), comprometiéndose a asumir el desafío de alcanzar el objetivo de cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
Si bien nadie creía que el camino hacia el carbono neutral sería fácil, los convenios alcanzados para reducir casi el 90% de las emisiones de CO2 indicaron que el sector privado estaba realmente comprometido. Sin embargo, comenzaron a surgir importantes factores con impactos imprevistos en las economías: inflación creciente, guerra en Europa, inseguridad energética y una posible recesión mundial.
Aun así, los países han seguido adelante y han aprobado importantes paquetes de legislación climática en Europa y Estados Unidos, y la COP27 ha reafirmado el objetivo de limitar el aumento de la temperatura mundial a través de las medidas de descarbonización.
En ese sentido, podemos mencionar que Panamá está trabajando en importantes iniciativas a nivel nacional, como la creación de un hub de hidrógeno verde y el desarrollo de una ruta para vehículos eléctricos de 900 km que conectará San José y Panamá. Además, este país puede jugar un rol central en la descarbonización del transporte marítimo global a través del Canal, habilitando oportunidades de desarrollo de las cadenas de valor sostenibles y de alto valor, incluyendo servicios.
Sin embargo, el escenario mundial actual plantea a los directores ejecutivos una dicotomía: se encuentran en la posición de exponer de manera creíble cómo lograrán una transición a las cero emisiones, mientras construyen y refuerzan la resiliencia contra la volatilidad de la economía y los cambios políticos.
La tarea no es fácil, pero hay buenas noticias: en la actualidad, la sostenibilidad, la competitividad económica y la seguridad encajan como nunca antes en este entorno. Para aprovechar al máximo la situación, los directores ejecutivos pueden moldear la estrategia en torno a la resiliencia a medida que el mundo continúa dirigiéndose hacia el carbón neutro a largo plazo. Desde McKinsey presentamos cinco acciones centrales para ayudar a establecer una nueva estrategia de sustentabilidad.
Acelerar el despliegue de capital con una mentalidad de inversión. Liderar con resiliencia mientras se navega hacia el carbono neutro significa participar temprano en la transición de materiales y la construcción de negocios verdes para asegurar la exposición a innovaciones prometedoras. Las inversiones incipientes representan un mayor riesgo, pero también mayores rendimientos porque se benefician de la financiación temprana, una mayor disposición de aliados a participar, nuevos talentos y la oportunidad de obtener la ventaja de ser el primero en actuar en las cadenas de valor emergentes.
Jugar al ataque a través de una estrategia sostenible de creación de valor. Se proponen dos objetivos: extender y descarbonizar el núcleo de la organización y construir nuevos negocios sostenibles en renovadas cadenas de valor. Los ejecutivos se enfrentan a dar saltos cuánticos para estar a la altura del momento, aprendiendo rápidamente sobre tecnología climática, comprometiéndose con el ecosistema de innovación y aprovechando el talento en ingeniería y creación de negocios.
Ir más allá del carbón neutro. Las acciones incluyen avanzar en el terreno de la biodiversidad, demostrar la administración efectiva del agua y del aire, garantizar una cadena de suministro responsable y contribuir a una transición justa, entre otros pasos. Las inversiones en adaptación para abordar los riesgos físicos también serán críticas.
Desarrollar un ecosistema de asociación. El desafío de mantener la resiliencia mientras se conduce hacia el carbón neutro es demasiado grande para hacerlo solo. Se necesitarán nuevas alianzas porque muchas de las cadenas de valor emergentes de energía y suministros, requerirán un desarrollo completo del ecosistema. También hay oportunidades para asociarse con competidores con retos similares y así mitigar el riesgo tecnológico y enfocar mejor la financiación en innovación.
Volver a capacitar a los equipos. A medida que las empresas adopten un futuro sostenible, necesitarán nuevas habilidades. El talento en todas las organizaciones requerirá volver a capacitarse para satisfacer estas nuevas demandas de fabricación, adquisición, comercialización y gestión de residuos, al mismo tiempo que realizar un mejor seguimiento de las emisiones de carbono. Las empresas requerirán identificar las habilidades necesarias para sus modelos comerciales más sostenibles y trabajar para adquirirlas y construirlas internamente.
Podemos concluir que, los líderes que entiendan las virtudes de la resiliencia estratégica podrán abordar las dificultades inmediatas y construir un futuro sostenible al mismo tiempo. Al mantener la visión, moverse con agilidad, jugar a la ofensiva y aprovechar la oportunidad, mejorarán el futuro de sus empresas y del planeta.
El autor es socio y location manager de McKinsey en Panamá
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