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El nivel de polarización en Iberoamérica ha crecido casi un 40% en los últimos cinco años, y cada año más personas participan de conversaciones polarizantes en redes sociales. Desde la llegada de la pandemia, el nivel de involucramiento o engagement en conversaciones polarizantes crece a niveles del 8% al año en Iberoamérica y hasta un 15% en EE. UU.
Utilizando técnicas de Big Data e Inteligencia Artificial, el informe de LLYC, titulado ‘The Hidden Drug. Un estudio sobre el poder adictivo de la polarización del debate público’, analiza la conversación de los últimos cinco años en Iberoamérica y Estados Unidos, procesando más de 600 millones de mensajes en redes sociales, recogidos entre el 1 de septiembre de 2017 y el 31 de agosto de 2022.
Dentro de este análisis se observó que Panamá es el país menos polarizado de todos los analizados. A pesar de ello, las temáticas relacionadas con el aborto y el feminismo muestran una polarización mayor respecto al conjunto de mercados analizados.
En este sentido, el aborto es el territorio que más polariza en Panamá. El aumento de embarazos infantiles durante el confinamiento pandémico encendió el debate sobre la interrupción del embarazo y la conversación polarizada se multiplicó por 2,3.
Por otro lado, durante los últimos cinco años en Panamá la conversación está creciendo de forma muy marcada en el territorio del racismo, pues es el que más aumenta en términos relativos, siendo la conversación polarizada 2,4 veces mayor que en 2017. Por otro lado, el salario mínimo (-83,4%) y la pena de muerte (-57,3%) son los territorios que más decrecen.
Por último, respecto al volumen de conversación por ideología, los conservadores toman la iniciativa impulsados por ascensos en los territorios de feminismo (+76,8%) y aborto (+30,2%). Los progresistas solo se imponen en sindicatos (+52%) y libertad de expresión (+4,8%).
Sobre el estudio
La campaña, realizada por LLYC en colaboración con expertos como Mariano Sigman, neurocientífico y autor de «El poder de las palabras»; Patricia Fernández, psicóloga Clínica del Hospital Ramón y Cajal; y Belén Carrasco, investigadora senior y directora adjunta de Eyes on Russia, Centre for Information Resilience; incluye también una impactante serie de piezas desarrolladas por los equipos creativos de LLYC y demuestra que la adicción a las redes sociales alcanza en determinados casos el rango de droga: una droga escondida tras la aparente normalidad del uso de estas plataformas digitales.
Esta adicción a las redes, y en especial a contenidos polarizantes, genera, tanto en las personas como en la sociedad, síntomas similares a los de una droga tipo c. Síntomas que pueden ser la pérdida de control, la absorción a nivel mental o la alteración grave del funcionamiento diario de la persona.
Para Mariano Sigman, neurocientífico y autor de ‘El poder de las palabras’, “es difícil medir el riesgo exacto de una adicción; en algunos casos es bien conocido pero en otros, como la polarización, no. Las grandes tragedias humanas y las matanzas resultan de momentos de incomprensión, de la exacerbación de este mecanismo mediante el cual un grupo no puede entender las ideas del otro. Ese no comprender hace que lo odie hasta tal extremo que decide que la única forma de resolverlo es matándolos a todos en una guerra. Este puede ser el verdadero riesgo de una droga como la polarización”.
Por su parte, José Antonio Llorente, socio fundador y presidente de LLYC, señala que: “Estamos lanzando esta campaña global porque nos preocupa mucho la normalización de este fenómeno, nuestro propósito como compañía es generar confianza entre personas, instituciones, compañías y marcas, y la polarización genera el efecto contrario. La polarización impide encontrar consensos y puntos de encuentro entre las personas. Por eso tenemos la responsabilidad de crear esos espacios de conciliación, relajamiento y pausa para encontrar un camino de salida a esta situación”.
UNA ADICCIÓN CRECIENTE
El estudio, realizado en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, México, Panamá, Perú, Portugal y República Dominicana, señala que cada vez crece la más polarización en el mundo, casi un 40% en Iberoamérica y un 2,2% en EE. UU. en los últimos cinco años.
El menor crecimiento en EE. UU. en comparación al resto de países, se debe al enorme consenso que generan en la sociedad estadounidense el racismo y el aborto. El caso de George Floyd supuso un rechazo social del alto volumen y consenso que resultó en una caída temporal de la polarización de un 74%; mientras que los fallos judiciales de los últimos meses contra el aborto, también generaron un movimiento de rechazo de alto consenso.
En el informe se advierte además de un incremento progresivo de esta “adicción”; esto es, el nivel de involucración o engagement de los usuarios de uno y otro lado del espectro político en los territorios de conversación. Iberoamérica crece un 11% el mes que se declara la pandemia y no para de crecer desde entonces a ritmo de 8% anual.
En EE. UU., los niveles de adicción a la conversación muestran un crecimiento continuo del 15% anual y durante los últimos meses la pendiente de crecimiento incluso se acelera 13% por encima del promedio.
“Vivimos en una sociedad adicta al conflicto, una adicción que se ve potenciada por el uso de redes sociales que ayudan a reforzar nuestras propias opiniones y prejuicios, alejándonos del consenso general. Más allá de los datos, que son muy reveladores, el principal valor de The Hidden Drug es invitarnos a todos a reflexionar y a encontrar espacios de diálogo y conciliación con los otros”, agrega David González Natal, socio y director general de la Región Norte de LLYC.